En la isla de la calma todo parecía ir a otra velocidad. La vida, el viento, la luz. El amor. ¿El amor? Incluso, si existiera, iría a otra velocidad.
Si nos dejamos, la vida nos lleva por caminos raros. Y sino, ¿qué nos queda? La sensación de obligación, de seguir la ruta trazada. De ser igual, de ser uno más.
Pero algunos, algunos no son capaces de ser uno más. Y aunque condenados a buscar un inalcanzable, más tarde o más temprano, ¿aprenden a encontrar la felicidad? ¡Felicidad!
Quizá en los pequeños momentos. En esos que son solo suyos. Efímeros, intensos. Irracionales.
En esos que les pertenecen solamente a ellos. Y a nadie más.
Sedano, Burgos (España) |
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