sábado, 27 de diciembre de 2008

¿Quiénes somos?


Somos la generación inconformista, aquella a la que nada le parece suficiente, esa que quiere hacerlo absolutamente todo. Sin embargo llega un momento en el que tenemos que asumir que, por lo general, la toma de una decisión implica necesariamente el descarte de otra. Aunque a veces no queramos aceptar que eso es así.
A veces uno puede convinar varias opciones en un mismo movimiento pero, cuando estamos hablamos de asuntos que tienen trascendencia, nos damos cuenta de que una elección invalida a muchas otras. Y a veces, sino siempre, arriesgase por una da miedo porque, ¿qué hubiera pasado si en lugar de esa se hubiera elegido otra? No se puede hacer historia hipotética, no es científico. No hay respuesta válida.
Uno sólo sabe lo que pasa cuando se decide por uno de los caminos. He optado por este lado y mi destino ha sido ese. Bueno o malo, pero es el que está aquí, ante mis ojos, el que puedo ver y tocar. Y es lo que yo he decidido de forma más o menos acertada. Pero, ¿y esas puertas cerradas? ¿A dónde van a parar? ¿Se quedan así para siempre o son seguidas por otras personas, amigos, enemigos?
Nunca nadie tiene la certeza de que su decisión es la correcta. La vida da muchas vueltas y todo puede ser. Así nuestro cometido es apostarlo todo a una ficha y cruzar los dedos para que sea nuestro número el que salga en la ruleta. Al fin y al cabo tomar una decisión quizá no sea tanto rechazar otras sino arriesgar por una, jugar y quién sabe si ganar. Pero dejar pasar la vida sin optar por una u otra por miedo a perder no vivir, es tan sólo dejar la vida pasar. Es cobarde. Quien no arriesga no gana. Y quien no lucha por lo que quiere lo pierde.
Junto a Grutas de Hércules (Marruecos)


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