Tras una semana de movilización, debate, ideas, emoción y sobre todo muchas fotos puedo concluir y concluyo que lo que uno vive en Sol es, sencillamente, indescriptible. Estos días me acuerdo de cuando era estudiante y mi profesor de Historia Actual, excelente docente además de decano, nos decía que, en su opinión, se daban las condiciones óptimas para que surgiera un movimiento del corte de Mayo del 68. Nunca, ni en mis mejores sueños, hubiera pensado que algo así pudiera suceder.
Madrid, 18 de mayo de 2011. Asamblea General en Acampada Sol |
(Leer artículo en La Comunidad, El País. Buscando el Norte)
Evidentemente, yo no viví aquella revolución estudiantil, no escuché hablar a Sartre ni comprobé si bajo los adoquines había o no arena de playa. No sé cómo fue todo aquello ni si es siquiera comparable a lo que está ocurriendo ahora en Madrid y en media España. Pero si, confieso, me gusta pensar que así es.
De lo que sí que puedo hablar con conocimiento de causa es de cómo la gente que esta noche vuelve a dormir en la plaza ha salido a la calle porque de verdad está harta y quiere luchar por un futuro mejor. De que no están dirigidos por un partido político, de que no son antisistema (aunque haberlos haylos) ni de izquierdas radicales ni cualquiera de las cosas descabelladas que he oído estos días en los medios.
Esta semana, sobre todo, he visto personas poniendo su corazón en intentar sacar adelante un sueño, muchas ideas. He visto gentes de edades dispares trabajando juntas en un mismo proyecto. A ciudadanos preocupados porque se dan cuenta, igual que yo me doy cuenta, de que las cosas no pueden seguir así, de que la situación de muchos se hace cada vez más insostenible.
Claro que hay errores. Por supuesto que podrían mejorarse muchas cosas. Todo esto ha sido algo espontaneo, cuanto menos, inesperado. No digo que sea fácil de entender ni de asimilar, pero es lo que hay. Demasiado bien está saliendo todo teniendo en cuenta que no hay unas directrices marcadas desde un principio, ni planes, ni dirigentes que decidan los pasos a seguir.
Y no, no tengo ni la más remota idea de cuál es el final de esta hasta ahora bonita historia. Pero se está intentando, de verdad. Y eso es un comienzo. Al menos podremos arrepentirnos de lo hecho que siempre es mejor que alrrevés. De momento esta noche prefiero quedarme con todo lo bueno que he visto y que ha sido mucho. Con el calor de la gente y la mirada de aquel hombre: "Me recordáis a cuando yo era joven".
No pediría a nadie que lo entendiera. Le sugeriría que, aquel que quiera hacerlo, se diera un paseo por la plaza, se sentara un rato en una asamblea y echara una mano como voluntario en cualquiera de los grupos de trabajo o comisiones. Que hable con la gente. Que no se quede solo con los titulares de la prensa. Que viva Sol.
El mismo reloj que nos anuncia cada doce meses el principio el nuevo año ha sido testigo de todo lo que allí ha pasado. Que me corrija él si me equivoco.
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