domingo, 2 de octubre de 2011

“Nunca recomendaría a una mujer que volviera con alguien que la pegó”

Entre la ciudad que la vio nacer y la fina arena de la playa Salvé despertó su vocación. De la mano de Miriam nos acercamos a una realidad que se ha convertido en una de las lacras sociales del siglo XXI: la violencia de género.

Miriam Lucas Arranz es psicóloga y trabaja en centros de emergencia para mujeres maltratadas en Madrid, una suerte de pisos secretos donde se protege a personas que han sido víctimas de malos tratos.

Miriam Lucas Arranz, psicóloga infantil
“No son hoteles de cinco estrellas. Aquí llegan las mujeres cuando se valora que hay un gran riesgo por su vida, porque ha habido un intento de homicidio por parte de su pareja o porque no cuentan con una red social de apoyo fuerte que les proporcione seguridad”, nos explica una joven de 28 años que, a pesar de tener que presenciar situaciones durísimas a diario, destila optimismo por los cuatro costados.

Las condiciones de vida en estos centros no son fáciles. En cada piso hay seis o siete familias. Las mujeres no pueden decir a nadie dónde están, tienen que dejar sus trabajos y salir de su entorno para intentar empezar de cero. Sus hijos igual: son sacados del colegio y apartados de sus amigos para evitar que los agresores puedan localizar a sus madres.

UN PLAN PIONERO

Miriam trabaja con estos niños. Como psicóloga infantil intenta que los hijos de mujeres maltratadas, expuestos a violencia y, muchas veces, víctimas directas de la misma, sanen sus heridas y no asimilen lo que han visto como algo normal para prevenir que ellos mismos se conviertan en verdugos en el futuro.

“Muchos menores piensan que la violencia es algo normal hasta el punto que creen que su padre está educando a su madre así”, destaca. Y ahí es donde entra ella y el plan pionero que está desarrollando para ayudar a los pequeños a superar estas situaciones.

A través de su Diseño Programado de Entrenamiento de Habilidades Emocionales Específicas. Con cuentos, juegos, cariño y paciencia. Con dibujos les enseña a entender sus sentimientos para poder manejarlos, con historias les explica cómo lo que han vivido no es lo normal.

Cuando tienen que abandonar el centro a los tres meses, los niños se llevan bajo el brazo sus trabajos para no olvidar lo aprendido y sabiendo cómo llamar al 112, pedir ayuda y mantenerse al margen en caso de verse envueltos en una nueva situación de violencia.



“SE SIENTEN CULPALES”

“En general la conciencia de haber sido maltratados es mínima. Muchos niños se sienten culpables por no haber defendido a sus madres o responsables porque estas han huido del maltratador cuando este ha hecho daño a sus hijos”, nos subraya.

Miriam reconoce que el trabajo es muy duro pero también que está encantada por la alegría que le dan los niños: “Me han enganchado. Los menores tienen mucha energía y una capacidad de resilencia –de sobreponerse a cualquier cosa– increíble”.

De momento, está satisfecha con el resultado que está dando su diseño: “Veo que se reducen las agresiones físicas y las rabietas, que los niños mejoran en resolución de conflictos y aumentan sus respuestas asertivas, esto es, que aprenden a defender sus posiciones sin agresividad”.



UN MALTRATADOR NO CAMBIA

Miriam ha visto muchas situaciones de malos tratos: “Mi experiencia es que los maltratadores no cambian. Puede que se reduzca la violencia pero las creencias e ideas que la provocaron suelen estar demasiado interiorizadas para cambiarlas”.

La psicóloga nos explica que las mujeres maltratadas suelen entrar en un círculo de violencia en el que, tras un episodio de maltrato, viene una etapa de ‘luna de miel’, muy valorada por las esposas, en la que el agresor parece que las vuelve a cuidar y a querer.

Sin embargo esos momentos dulces pasan rápido. Pronto las cosas vuelven a empeorar y llega una nueva agresión. “Es una de cal y otra de arena y así se enganchan las mujeres”, señala. Ella defiende que siempre hay que denunciar los malos tratos y tiene una cosa muy clara: “Nunca recomendaría a una mujer que volviera con alguien que le pegó”.

(Publicado en la revista DeLaredulin, número 80)

Sigue a la autora en Twitter @CristinaELozano 

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